ACERCA DE ANTROPÓFAGOS CULTURALES

Para comenzar mencionaré los diarios de Cristóbal Colón, quien se arroja al mar en busca de un camino a las Indias. El fragmento corresponde al 23 de noviembre mientras navega una costa desconocida en compañía de nativos: (…) aquellos indios que llevaba llamaban Bohío, la cual decían que era muy grande y que había en ella gente que tenía un ojo en la frente, y otros que se llamaban caníbales, a quien mostraban tener gran miedo. Y desde que vieron que lleva este camino, dice que no podían hablar, porque los comían y que son gente muy armada. 
Sabemos que Cristóbal Colón tenía referencias de un Príncipe llamado Gran Can (que quiere decir en nuestro romance Rey de los Reyes) a quien buscaba. Pero en ningún momento se establece dicho encuentro. No obstante, se menciona que existía una tribu que llamaban Cami (Martes, 30 de octubre) y luego otra que los nativos llamaban Cavila (1 de noviembre).
De la transformación de estos conceptos, el miedo a lo desconocido y la imaginación, el concepto de Caníbal se asoció al nativo americano.

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Mucho más cercano, Oswald de Andrade elabora el Manifiesto antropófago, de carácter vanguardista y hostil que promueve “devorar” los textos extranjeros para dar paso a los propios de su tierra. Entiendase, derribar el canon de las literaturas europeas como superiores a las latinoamericanas.
Desde esta postura, se dice buscar una transculturación, una transvaloración, a partir de la negación del pasado y de la resignificación de los textos. Oportunamente Andrade utiliza el término caníbal, porque devorar el texto extranjero también es devorar al otro. 

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[La descolonización literaria según Lovecraft.]

Norteamérica. Lovecraft. El modelo de Pickman. 1926-27. Allí el autor norteamericano se ha basado en leyendas populares de la cultura egipcia para desarrollar su universo. Me refiero en particular a los ghouls.
Originados alrededor del siglo VIII A.D, de origen árabe, un ghoul es una criatura mítica descripta a veces como un vicioso monstruo humanoide que habitó el desierto y otros lugares aislados para atraer a los viajeros extraviados. La aparición de este mito en occidente se debe a Antoine Galland y su traducción francesa de las Mil y una noches. Galland representó al ghoul como una criatura monstruosa que moraba en cementerios, deleitándose entre cadáveres. Es decir, son necrófagos. 
Pero lo más interesante de esta fantasía es que a pesar de ser antropófagos, los ghouls no son hostiles. Entablan relaciones con los seres humanos y una práctica frecuente en ellos es intercambiar sus recién nacidos con los de los humanos. Esto daría paso a una hibridación que comenzaría por lo cultural, dado que las mismas criaturas inducirían a sus pequeños secuestrados en las prácticas antropofágicas y demás.

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Los antropófagos de Lovecraft, los ghouls, resultan más efectivos al intercambio cultural que la propuesta de Andrade (vaya descubrimiento!), la cual merecería una vuelta de tuerca. En lugar de devorar los textos ajenos, ¿no sería mejor emplear sus estructuras para dar rienda suelta a nuestras mitologías? Desafortunadamente ya no las poseemos. La colonización y la descolonización borraron todo el rastro. Un mundo globalizado y economías ruinosas son el resultado. No queda horizonte por descubrir y nos devoramos los unos a los otros.

El secuestro se presenta como un medio interesante para frenar esa catástrofe. Pienso, en particular, en la idea de secuestro de Hakim Bey quien en sus Pasquines del anarquismo ontológico sugiere como intervención artística privar ilegítimamente de la libertad a alguien para hacerlo feliz. Un caso homónimo ya había referido previamente Macedonio Fernández pero con una conclusión menos alegre.