VÓMITO CALAVERA: UN ARTISTA LLAMADO ROYCE ICON

 ROYCE ICON: En sus propias palabras artista/director/escritor/músico son algunas de las actividades que lo describen.
Actual residente en Columbus, Ohio, EE.UU. Últimamente pasa mucho tiempo exponiendo sus pinturas y vendiéndolas a través de Internet.
Hallar sus escritos fue una grata sorpresa. Un cruce entre el William Burroughs de Almuerzo Desnudo o, inclusive, Nova Express; con ese cariz de amargura y resentimiento heredado de Bukowsky que tiene toda la literatura contemporánea.
No veo necesidad de agregar más, me limitaré a exponer tres de sus historias, aparecidas en su libro de relatos “Texto Insignificante” (Meaningless Text) y que he traducido tan fielmente como he podido.
Este libro, como todos los libros publicados por Royce Icon hasta la fecha, pueden descargarse libremente desde diversos lugares de Internet. El utilizado en esta ocasión proviene de http://www.archive.org/details/meaninglesstext
Promotor del COPYLEFT, sus publicaciones advierten que uno es libre de copiar, distribuir, exponer y compartir sus textos. En tanto no se lo venda y se mantenga el nombre del autor.

El hombre-chivo y la gitana

La excitada gitana se desliza a lo lejos bajo la arboleda del escurridizo hombre-chivo, quien sonríe como un perro impotente. La última vez que la gitana y el hombre-chivo copularon, ella dio a luz una legión de pingüinos enojados. La mitad todavía están naciendo y la otra mitad ya devoró sus bacalaos muertos. El hombre-chivo es astuto y flexible; conoce los trucos de la gitana y, en efecto, besa sus pechos ruidosamente. Definir la psiquis del hombre-chivo es una tarea ardua, llevaría horas de baños de esencia de flores y lubricante de jalea obtener cualquier detalle de su cabeza de chivo calentón.
La gitana lame sus dedos mientras el sátiro sonríe hasta el olvido. Por su boca entran pescaditos como pequeños rollos de huevos con tallarines escurridizos. La gitana descubre cómo salir de las tortuosas trampas del hombre-chivo ofreciéndoles satisfacción eterna con pornografía y piojos. Pero la gitana no parece notar que él está por encima de su inteligencia. Él sólo continúa con su delirio simplista porque sabe cómo conseguir lo que quiere. Observa el fuego entre las piernas de la madre gitana, abraza la idea de mutua masturbación maternal. Le recuerda cariñosamente a su niñez.
Eventualmente el hombre-chivo se aburre de los abominables esquemas de la gitana y la destierra a una vida de servidumbre en banquetes. La gitana es obligada a hablar con airbags llenos de gente famosa por décadas. Sus cenizas son comprimidas lentamente en un coche compacto. El hombre-chivo carcajea ante su impertinencia. Serpentea a través del océano con sus falsas y angelicales flatulencias acuáticas, esperando impregnar al menos a una sirena durante su paso. La gitana adivina sus intenciones y envenena el mar con gran cantidad de decolorantes y tinturas. El mar se vuelve una extensa morgue púrpura. El hombre-chivo ata a la gitana a una cartelera en la oficina de correos donde es violada a diario por carteros enfurecidos. El hombre-chivo sonríe irónicamente mientras observa los actos de copulación forzada, sabiendo muy bien que no el hambre lo que está matando a la gente en África.
La gitana se libera de su envoltura de neón y se descascara hasta quedar limpia como una fresca naranja recién abierta. El hombre-chivo se encuentra satisfecho con la nueva desnudez demoníaca hallada por la gitana. Los dos amantes se vuelven uno y crecen raíces en el aire.

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Hombre, mujer

Su voz es aire muerto. Jugos estomacales llenan sus pulmones con testosterona. Besos de cuero ceñido los apartan de sueños de utopías condenadas. Las carcajadas emplumadas se vuelven nada más que palabras  carentes de sentido, asesinadas antes de tener una oportunidad de brillar. La última vez que la vio, ella estaba de pie frente a él, desnuda. Su vientre firme en su lugar, sus costillas no se marcaban pero se veían. Lamentó su pérdida y devoró su sándwich sin un segundo de vacilación; los recuerdos se marchitan. El vistazo de gloria regular la condujo a la orilla de locura extrema. Las tumbas acunadas de la inocencia sonrieron por encima suyo mientras intentaba salvarla de su miseria transgresiva. Sin necesidad de hablar, sus palabras floridas tuvieron el efecto opuesto sobre su añejo rostro de lágrimas amantes. Inclinó su herido orgullo de mala gana por su gozo mañanero. Anduvo a zancadas por el mundo en busca de felicidad; ella sólo siguió sus heridas resplandecientes. El mundo no fue muy amable con él, y tampoco fue demasiado amigable con ella. Constantemente se encontraron embistiéndose una y otra vez en interminables juegos de consecuencia. Las emociones de ambos poseyeron sus corazones frágiles y se escurrieron como pis mañanero. El mundo se mantuvo, moviéndose y acercándose al final, pero tanto él como ella sintieron distancia e indiferencia. Todo era lo mismo, todo era diferente. El recuerdo de la desnudez sanó sus rasguños temporalmente, pero finalmente entregó su propia e inmensa bilis.  Sus pensamientos se hincharon y explotaron dentro de su cráneo. El sabe que ella está viva; lo sabe. Pero no quiere aguantar otro día sin su arreglo eminente. Ella lo observa y sonríe profundamente en su bifurcación. El clava eternamente su mirada en ella, anhelando que no lo olvide. La evolución de sus ojos se vuelven estrellas y desaparecen a través de la galaxia donde se estancan y explotan; el mundo jamás supo lo que ella vio, lo que él sintió.

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Problemas estomacales en África

Como tenía hambre devoré mi cara. Un hombrecito en el jukebox comenzó a cantar “no tienes cara, no tienes cara, horrendo hombre descarado!”, así que me subí al jukebox y lo abrí con un hacha. No puedo sobrevivir sólo con una dieta de carne, así que como metal y plástico. Compro millones de velas y las hiervo en una gran caldera. Me sumerjo en la cera. Mi piel se quemó y la cera ocupó su lugar. Ahora soy una figura de cera. Cambio mi rostro y mi apariencia a diario, de Vincent Prince a Boris Karloff, a Marilyn Monroe. Esta última es difícil de hacer, pero la hago con estilo. Salgo a caminar en mi piel de Marilyn y encuentro varios hombres borrachos que tratan de levantarme. Un día acepté la oferta de un camionero borracho que me ofreció cerveza gratis y una interminable noche de sodomía. Cuando acabamos me puse mi piel de Godzilla y lo destrocé.
Hace un segundo decidí que podría comerme la mano izquierda. Igual no la uso mucho, soy derecho. Devoro mi mano izquierda y me desangro en mi fea alfombra hasta morir. Reencarno en un escarabajo y destruyo los sueños de niños y niñas. No como más que sándwiches de manteca, mermelada y gusanos. Ahora soy una rana arrastrándome por un charco oscuro iluminado. Ahora soy un gnomo, arrastrándome bajo las faldas de chicas altas y juntando una pila de sus bombachas o cosas parecidas. Lamo las pantimedias de una jovencita hasta que ella grita en total éxtasis que me detenga. Empujo mi cabeza en su ano y observo un juego de golf algo entretenido. Mi pene se agranda hasta el tamaño de una casa. Incapaz de caminar, floto en el cielo golpeando edificios con mi ganso monstruoso. Soy declarado amenaza nacional y disparan sobre mi pene.

Una y otra vez me arrastro por períodos de tiempo de mala gana. Soy un cowboy, un pirata, un samurái, un hombre de cromañón, un esclavo africano. Finalmente decido habitar el cuerpo de una mujer sudamericana embarazada con una horrenda dentadura sobresaliente y vello labial. Compongo canciones acerca de lo que es ser una mujer sudamericana con vello labial. Una compañía de discos me contrata y me vuelvo instantáneamente un hit en América. Me practico un aborto un día antes de endeudarme. Devoro el bebé con mayonesa y manteca. Meto mi rostro con furia en mi horno de gas, esperando que las emanaciones me maten.