LA APROPIACIÓN DE LA VOZ NATIVA EN LOS RELATOS ETNOGRÁFICOS

Tras la lectura del “Diario de viajes” de Cristóbal Colón y la “Brevísima relación de la destrucción de las Indias”, de Fray Bartolomé de Las Casas, podemos dar cuenta de interesantes diferencias entre la mirada de un autor y otro en su apreciación del mundo nativo americano.
En principio, podemos mencionar el rasgo más visible. En sus Diarios, Colón describe un paisaje colmado de flora y fauna exóticas, coloca nombres a las islas e informa sobre lugares donde fundar puertos y levantar fortalezas. Unos sesenta años después, Bartolomé de las Casas dará cuenta de un paisaje devastado por la conquista española, repasará las innumerables atrocidades cometidas por los españoles y pedirá intervención del Rey. Acerca de esta destrucción, Tzvetan Todorov (1998) menciona la premisa “Hacerse rico y dominar”, es decir, la idea de que el motor económico funciona para legitimar una inferioridad, en este caso la de los aborígenes, vistos por los españoles como a mitad de camino entre los hombres y los animales.
Este proceder fue documentado por varios etnógrafos como Sepúlveda y Oviedo, contemporáneos de Bartolomé de las Casas, si bien podríamos considerar como un mejor ejemplo de esta actitud a las “Cartas de relación” de Hernán Cortés. Este conquistador español fue conocido en su época como un gran aventurero (la lectura de sus cartas son un dinámico relato de travesías) a la vez que, movido por la búsqueda del oro, cometió crímenes terribles. Amparado justamente en ese ideal mencionado por Todorov anteriormente.
Este oro que motivó a Cortés fue también el interés de Cristóbal Colón, como bien queda asentado en su Diario, puntualmente en la fecha correspondiente al 1 de noviembre donde, tras partir de la isla Xió, rehúsa las ofrendas de otra tribu y les indica que su interés era el nucay, término utilizado por los aborígenes para referirse al oro. Podemos observar, entonces, que el interés por hacerse entender y ubicar las riquezas lleva al Almirante a habilitar el lenguaje nativo dentro de su relato etnográfico. Bartolomé de las Casas, sin embargo, entiende el oro como el motor de las iniquidades españolas y condena a los “malos cristianos” que por codicia cometieron toda clase de crímenes. Para denunciar estos males utilizará un recurso notable: dar voz a las víctimas. En sus crónicas constantemente se apela a esta voz que denuncia y siempre son nativos americanos. En su relación de la isla de Cuba, por ejemplo, un cacique de una tribu les advierte a los suyos sobre el peligro de los cristianos. Seguidamente, y tras una pregunta retórica, culpa de estos males a “un dios a quien ellos adoran e quieren mucho”. Luego, les muestra oro.
Esta escena referida por Bartolomé de las Casas no hace sino fortalecer el postulado cristiano de este autor, el cual era la evangelización de los pueblos aborígenes. Una idea muy similar fue la expuesta por Cristóbal Colón, quien encontró a los nativos como seres mansos y predispuestos a la fe europea. Bartolomé de las Casas retoma esta caracterización y en sus relaciones muchas veces alude a los nativos como “mansos corderos” o construcciones similares que denotan sentido similar (“ovejas mansas”, “unos corderos muy mansos”, “ovejas”, como los llama al arribar a la Isla Española).
David Solodkow (2009) nos dice que la escritura etnográfica fue un instrumento clave para la “invención” de América. En ese sentido podemos ver cómo a partir de la habilitación del lenguaje se da creación a un nativo americano víctima de injusticias en los textos de Bartolomé de las Casas y un nativo manso y amable, como en el caso de los primeros encuentros de Colón.