CEREBROS DE REPTIL

Mis antiguos compañeros de escuela, a la edad de 14 años, fueron sometidos por el departamento de educación para la realización de un experimento.
El experimento consistía en cambiar sus cerebros humanos por el de serpientes, sapos y lagartos.
El acto se llevó a cabo y dio excelentes resultados.
Se volvieron seres fríos y crueles, metódicos y exactos.
Me trataron con desprecio por mi cerebro de homínido, ellos podían oler la diferencia en el aire, cada vez que sacaban sus lenguas.
A mi no me llamaron nunca para participar de tal experimento. Supongo que se necesitaba a alguien diferente en el salón de clases para justificar alguna estupidez.
Con el tiempo dejé de cruzar palabras con ellos, a tal punto que ni siquiera asistí a mi graduación.
Ahora todos ellos estudian en centros especiales para la formación de sus cualidades.
A veces vuelven al pueblo y se reúnen entre todos. A veces los cruzo, pero no saludo. Los miro de reojo sólo para verificar que no les crecieron escamas.