En su pequeño
laboratorio casero, Kebratt-Orecchioni se hundió la aguja un poco más,
apretando bien los dientes y sin ganas de mirar.
La fórmula era
la correcta. En el pizarrón del fondo estaba escrita la combinación:
C8H11NO2+C10H12N2O+C43H66N12O12S2
(Dopamina,
serotonina y oxitocina).
Sabía del riesgo de sobredosis (esquizofrenia, paranoia, locura), pero
aquel cóctel químico era lo único que tenía para seguir adelante en un mundo
sin amor.